A menudo nos sentimos bombardeados con los numerosísimos mensajes que recibimos (de manera subliminal en la mayoría de las ocasiones) y que no hacen más que aumentar nuestras responsabilidades: “Bebe, al menos, dos litros de agua al día”, “come 5 piezas de fruta”, “haz 5 comidas al día”, “cuida tu peso”, “mantén la piel tersa”, “elimina esos kilos de más”, “aprende inglés” … – ¡¡¡Basta!!!- Y eso que aún no he nombrado la mayor de todas, – “HAZ DEPORTE”-. Como si no tuviese ya bastantes cosas en la cabeza. Ojalá tuviera tiempo libre para dedicarlo a hacer deporte. Lo siento, pero… ¡me planto! No es esa la idea. Aunque en la mayoría de las ocasiones, estas recomendaciones las percibimos como imperativos, somos nosotros los que tenemos el poder de decidir qué hacer o cómo gestionar en nuestro interior, todos estos supuestos mandatos. En mi opinión, no se trata de imponernos nada a nosotros mismos. Tal vez eso sea lo que nos lleva, en la mayoría de las ocasiones, al fracaso en los propósitos de todos los lunes. La rigidez de los mandatos, no deja espacio a las alteraciones, ni a los imprevistos de última hora; los cuales, dada la vida que la mayoría de nosotros llevamos, es más que usual. Marcarnos un plan de acción rígido con un nivel de exigencia mayor de lo que podamos afrontar, en la mayoría de las ocasiones es la crónica de un fracaso anunciado. Debemos, por tanto, ser conscientes de cuáles son nuestras limitaciones, pero también nuestras fortalezas para apoyarnos en ellas e impulsarnos hacia nuestras metas más inmediatas. Ser flexibles en la consecución de los objetivos, y, sobre todo, con nosotros mismos. De tal manera que, si no cumplimos una semana con aquello que nos propusimos, NO PASA NADA. Es decir, se retoma en el punto en que lo dejamos y… ¡ADELANTE! Los horarios de los gimnasios y los talleres de zumba, yoga, mantenimiento, etc., pueden frustrarnos al comprobar que no somos capaces de cumplirlos. ¿Quieres una alternativa? CAMINAR no tiene horario determinado. Puedes practicarlo con toda la libertad que te permitan tus rutinas diarias. Si no puedes a una hora, eres libre para cambiar de horario sin dar explicaciones y, lo mejor de todo, es gratis. Caminar media hora al día, produce una grata sensación de bienestar e independencia, además puedes practicarla en cualquiera de sus modalidades: a) Solo, en silencio, disfrutando de los olores, colores, y paisajes que te ofrece el escenario en el que te encuentres. b) Solo, escuchando música, saboreando el placer de escuchar a tus artistas preferidos y dejándote llevar al ritmo de las notas musicales. c) En compañía, aprovechando para dedicarle un rato a la persona (o personas) con la que te gusta pasar el tiempo. Además, son otros muchos los beneficios que tiene caminar media hora al día. ¿Quieres conocerlos? A continuación, te enumero algunos:
Estos son algunos de los beneficios que tiene realizar media hora de caminata diaria. Ahora eres tu quien tiene la libertad de gestionar esta información y usarla, o no, como un aliciente para empezar a practicar un poco de vida sana. Pero recuerda que,
Caminar te hará más libre
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